martes, 12 de junio de 2007

TAREA 23 de junio (1/3)

Mis tendencias compulsivas

Cuando iba en la prepa tuve un amor fracasado. Éramos novios por las mañanas en la escuela, por las tardes en su casa y por las noches... nada más en sueños, pero lo que empezó como un noviazgo más de chavitos, con respeto para todos los adolescentes, con el tiempo su imagen se convirtió en una impresión mental, es decir, siempre pensaba en ella, y no estoy muy seguro que ella pensara en mí, pero vamos a pensar que sí.

El siguiente síntoma de mi amor fracasado no tardó el llegar. Tenía la tendencia a querer estar con ella en todo momento, por fortuna no lo logré porque ahora estaría arrepentido; la tendencia fue muy marcada y todos los días hablaba con ella por teléfono largas horas, hasta quedarme dormido con el auricular en la mano.

Sin darme cuenta, como si fuera cosa de brujería, que ahora que lo pienso ella sí tenía algo de eso, todos los días hacíamos lo mismo, decíamos lo mismo y nos veíamos igual. No nos queríamos, ya nos gustaban otras personas, nos aburríamos y todo era sin chiste, pero no cortábamos, eramos en parte dependientes uno del otro, la relación se había convertido en un hábito.

¿Y por qué les cuento todo esto? Para darles un ejemplo de lo que significa reificar y para que mi profe se dé cuenta que sí aprendí. (Entra voz en off del vocero de Presidencia) Lo que Javier Garduño quizo decir es: Les cuento todo esto para que conozcan un ejemplo de las tendencias compulsivas que puede crear la mente, en este caso estábamos aferrados uno al otro porque creímos que así estábamos bien y así debían ser los noviazgos porque es lo que aprendimos(desaparece voz en off).

A lo largo de nuestra existencia vamos llenando nuestras mentes de tendencias compulsivas, sin ser conscientes de que la realidad no es como parece, y buscamos en cosas insignificantes motivos para aferrarnos a ellas o a la vida misma.

Le damos más importancia a lo que no lo merece y casi nos cortamos las venas cuando lo perdemos o dañamos, como un reloj, un ipod, el celular, un auto, el disco favorito etc. Son objetos materiales sin valor espiritual, tal vez valor en el disco duro de nuestra memoria, que no nos permiten liberarnos y saber que el valor de las cosas está en el corazón.

JAVIER GARDUÑO
Maestría PART

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