sábado, 14 de abril de 2007

Tarea 2 nov. 06

¿Soy conciente de que soy conciente?, no
¿Cómo me relaciono con el mundo?, creo que de manera mecánica.

Son preguntas difíciles porque la mayoría de las veces, sino es que todas, sólo pienso en la conciencia cuando sé que algo, desde lo más profundo de mi ser, me habla para decirme que aquello que hice no estuvo bien. Es lo que me mi abuelita decía que se llama remordimiento de conciencia.
En la semana la conciencia no se reveló en mi mente, al menos no de manera conciente, fui conciente mientras estuve despierto de que tengo que bañarme, desayunar, enterarme de las noticias, manejar por las calles para llegar a la redacción, trabajar, regresar a casa y dormir, pero no fui conciente de que estoy vivo, de que respiro, de que puedo pensar, de que tengo capacidad para aprender, bueno, ni siquiera de que el mundo se mueve.
Es interesante reflexionar en esto para nunca dejar de pensar en que todo lo que hago tiene un objetivo que puede resultar mejor si pienso en lo que hago, en lo que siento, en la maravilla que significa estar vivo.
Pero, ¿a dónde me lleva la conciencia? A ser una mejor persona, un mejor profesionista y a disfrutarlo todo.
Según el diccionario Santillana la conciencia es el conocimiento que el ser humano tiene de sí mismo, de su existencia y del mundo que lo rodea. Me parece que es un definición aproximada a lo que entendía por conciencia, pero la enciclopedia Aula propone algo mejor que va más allá: “Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta”, concluye.
Habla del espíritu, no como el que conozco representado con una paloma blanca y que forma parte de la Santísima Trinidad en la iglesia católica, me parece que es un espíritu que nos ilumina para comprender, obtener conocimiento y crecer en lo espiritual, claro, siempre y cuando seamos concientes de que existe y puede crecer.
Suena y es confuso, pero es necesario para saber cómo nos relacionamos con el mundo, de manera mecánica como si no existiéramos, o concientes de lo que hacemos. Yo creo que la mayoría somos unos inconcientes para todo, o por qué cuando tomamos el volante de un vehículo nos transformamos en un ser que prácticamente no piensa, reacciona en defensiva y provoca accidentes.
Los conductores son concientes de que pueden provocar una desgracia, así mismos o a otros, pero la reacción en el vehículo es irracional. Al menos ahora yo soy conciente de que tengo que ser conciente para vivir bien.

JAVIER GARDUÑO
Maestría PART

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