jueves, 15 de marzo de 2007

Tarea 17 de feb.

¿Estoy vivo?
Recostado sobre el sillón amarillo de la sala veo de reojo mi muñeca izquierda. El Swatch de carátula blanca y caucho color negro marca las 10:30. Es una noche despejada, a través de la ventana aprisionada por barrotes verticales y horizontales puedo contar más de siete estrellas en el cielo.
Una corriente de aire frío se cuela por debajo de la puerta. El viento trae hasta mi lugar el fresco aroma de las mandarinas y las guayabas que hay sobre el frutero, pero no puedo pensar en comida porque hoy, en un minuto, estaré muerto.
En la tarde repasé mis mejores recuerdos desde que estaba en el kínder América, que por fortuna para un Puma, como yo, ya no se llama así, ¡qué pena!. Luego en la primaria cuando, de nervios, creo, olvidé mi diálogo de una representación en un festival de las madres.
En la secundaria me fue muy bien, las mejores cosas las aprendí y las hice en esa época, como hacer amigos, jugar futbol, disciplina, valores, tocar en la estudiantina, hacer siempre algún deporte y reza.
En la prepa, cuando iba, aprendí más cosas, a reír hasta tirarme en el piso del dolor de abdomen, a echar chelas, a tener novia, a manejar, aunque choqué, y a llorar. -Son los golpes de la vida, mi querido Keiko. Le dije en repetidas ocasiones a mi regordete, pero fiel escudero Rubén, cada vez que nos emborrachábamos en una casa de campo a orillas de la carretera México-Cuernavaca, en la montaña.
Ring, ring, ring.... ¿Ma?, ¿qué te duele?... ¿dónde estás?... Escribí en un papel "Prensa Nacional esquina con Últimas Noticias, en Tlalne". Ok. Voy a pedir una ambulancia y que alguien esté al pendiente afuera para que la guíe cuando llegue.
Sin colgar la bocina del teléfono marque un número de emergencia. Después de 20 minutos le marqué a mi mamá. -¿Qué pasó?, ¿ya llegó?... ok entonces que te van a llevar a la Cruz Roja.... bueno, nos vemos allá.
Mi chamarra verde estaba colgada en el respaldo de una silla, el reloj del comedor marca las 11:10 y el aroma de las mandarinas y las guayabas vuelve a llegar a mi nariz. Aún no he cenado y ya tengo hambre, tomo las llaves del coche, acelero y salgo rumbo al hospital donde María de la Paz tiembla de frío, eso dijo, yo creo que es de miedo.
-Señorita, ¿en esta cama se ha muerto alguien?. No, aquí no, se mueren allá abajo. Le contestó la enfermera mientras calibraba el goteo del suero conectado a través de una manguerita a una vena de la mano derecha de mi mamá.
Tengo que repasar más seguido las cosas divertidas que viví, reír más como en la prepa, disfrutar más todo y ser feliz, porque pudiera estar yo en el lugar de mi madre y ni tiempo me va a dar de empezar a repasar todo, otra vez, desde el kínder América.
-Usted tiene unos miomas en los ovarios y en la matriz. ¿De qué tamaño son? Como de cuatro centímetros, por eso su inflamación, por eso le duele, es un conducto del ovario derecho que está muy inflamado, está del grueso de un dedo y si no se deshacen con el medicamento habrá que operarla. La voy a mandar con el ginecólogo...
Ya pasan de las 12 y no me di cuenta que sigo vivo. No me morí, ahora sé que soy conciente de que no era conciente.

JAVIER GARDUÑO
MAESTRÍA-PART

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