La meditación me resultó fascinante. Introducirme en mi mente para seguir las instrucciones fue difícil en un principio, por la falta de costumbre, pero en cuanto dejé de escuchar el ruido de los motores de los vehículos, las risas de algunos estudiantes y los pasos de alguna dama que caminó por el pasillo logré poner mi mente en blanco para empezar a disfrutar de la relajación.
Aunque en clase se trató de un ejercicio para eliminar el estrés, por sus beneficios de salud física y mental, deberíamos hacerlo todos los días, como lo hacen los monjes tibetanos, para crecer en lo espiritual o en lo que quieras.
El doctor Érick Estrada, investigador de medicina alternativa en la Universidad de Chapingo, practica la meditación con sus pacientes en el auditorio del Centro Médico Nacional Siglo XXI en el taller para diabéticos। El propósito es exclusivamente curativo y para alcanzar el objetivo, primero se encienden varias veladoras, no recuerdo cuántas son, y cada uno de los asistentes se concentra en la luz que emiten.
Con las luces del auditorio apagadas y siguiendo las instrucciones del médico, poco a poco los meditadores alcanzan un nivel de consciencia superior que les permite percibir cosas que nunca antes habían sentido y ni siquiera son conscientes de que suceden.
Se trata de concentrarse en la luz, con los ojos cerrados, hasta poner la mente en blanco। Enseguida hay que sentir cada movimiento en la parte interna de nuestro cuerpo, el flujo de la sangre, el bombeo del corazón, el aire en los pulmones, la corriente eléctrica en nuestro sistema nervioso, el descanso del cerebro। Al final hay que concentrarse en la parte del cuerpo donde se encuentra la enfermedad, por ejemplo el páncreas para los diabéticos, y llenar ese espacio con luz brillante, dorada, que baja del cielo e ilumina nuestro cuerpo.
Aunque no podría decirles si alguien se ha curado con este método, sí les puedo asegurar que es una terapia complementaria que ayuda y da alivio, pero mejor compruébalo. Pensemos, si esto puede hacer la mente con sólo cerrar los ojos, ¿qué podrá hacer si todos los días la programamos, con plena consciencia, a hacer algo, a lograr lo que parece imposible? Pensemos en ser mejores seres humanos, en vivir la vida y no destruir ni maldecir al prójimo, sea una planta o un animal, bueno, ni siquiera a un microbusero.
Nuestra mente es una maravilla que tenemos desperdiciada. Descubre su potencial y sé feliz. JAVIER GARDUÑO
Maestría-PART
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